Todo el mundo ha oído hablar en este país de las «tarjetas black».
Muchos han oído hablar de Andrés Herzog, excandidato de UPyD y ahora abogado que lidera la querella de las «tarjetas black».
Casi nadie ha oído hablar de la Confederación Intersindical de Crédito.
Y, sin embargo, para que las primeras fueran denunciadas y perseguidas y el segundo pueda denunciarlas y perseguirlas es fundamental que exista la tercera.
La Confederación Intersindical de Crédito, en siglas CIC, agrupa 18 sindicatos de trabajadores de otras tantas entidades bancarias (muchas de ellas antiguas cajas de ahorros) de todo el país. Representan a casi un 14% de los trabajadores de estas empresas. Representan también la búsqueda de la dignidad en un sector que a los españoles nos ha demostrado en los últimos años que es muchas cosas menos digno. CIC es David contra Goliat luchando desde dentro.
«¿Dignidad en la banca? Imposible. Eso no existe». Pensaréis. No os culpo. También yo lo pensé durante un tiempo. Hasta que conocí desde dentro el trabajo de uno de esos 18 pequeños «davides» que luchan contra gigantes. El mío, el que yo conozco, se llama ASCA (Alternativa Sindical de Caixas de Aforros), pero podría ser cualquiera de los otros 17.
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